¡éste es mi puto día, pendejos!

Ayer fuí al cine después de semanas enteras de no ir y eso para mi ya es señal de alarma porque es mi válvula de escape favorita. Decidí hacer las pases con mi madre y llevarla a ella, a la tía y a la asistente de la tía a ver una película. Como no había opciones para ellas nos metimos a ver Ángeles y Demonios con Tom Hanks “Me gusta mucho como actúa Tom Hanks” decía mi madre en la fila de la dulcería mientras yo la miraba con cara de ¡puaj!. Ellas se adelantaron a “apartar” asientos en una sala donde a final de cuentas estuvimos diez personas.

Yo me quedé con la asistenta pidiendo dos combos de dos refrescos y una tina de palomitas. Para esto la chica que atiende se tardó siglos en terminar la orden anterior y picar en la computadora la nuestra ante la mirada inquieta de cinco personas en la fila. Bueno, pedimos dos mentados combos. Y justo estaba acomodando la primera tina cuando…. Se me cae una tina en la caja. ¡En la caja! Todas las putas palomas regadas en el mostrador y excuso decir como quedó el piso, ¡vergonzoso! Solté una palabrota y la asistenta de la tía de seguro también pensó: “¡Qué vergüenza con ésta pendeja, trágame tierra!” Total que la chica de caja muy amable me rellenó mi tina otra vez pero yo salí de ahí roja de pena. Siempre me burlé de los que tiraban las palomas (me ha tocado ver varios) y ahora, tómala. Total que después me dio un ataque de risa propio de mi y entré escandalizando a la sala.

Hablando de ataques de risa hubo un momento que no sé por qué me causó gracia en la marcha. En plena calle, ya saben, en la banqueta todos los mirones heteros aprovechan para burlarse, decir leperadas o cosas por el estilo a los marchantes y me tocó ver a un grupo de chavitas butch, bueno, de plano camioneras, rodeando un vocho convertible, con más camioneras adentro. En eso un miserable espectador con finta de cholo les gritó algo como: “Guacala” o algo así. Y en eso una de ellas, bien enojada, se le deja ir poniendo los puños por delante y con odio, le grita: “¡Este es mi puto día, pendejooos!” Pero con un tono raro, saben, mezcla de rabia y orgullo. La gente se asustó y se hicieron para atrás en la banqueta (¿con justa razón?) A mi eso me provocó un ataque de risa que me duró dos cuadras… es más ahora que lo escribo me vuelve. Definitivamente de esas cosas que no olvidas. En mi memoria quedará por siempre esa chica de cabellos anaranjados peinados en pico, lentes oscuros, camisa de cuadros, jeans apretados y botas, gritando enojada: “¡Este es mi puto día, pendejos!” Te comprendo, nena, que yo también esperé un año para eso. Mi puto día.