al día siguiente

Tuve que levantarme temprano en domingo para regresar de nuevo allá para entrar al Horror Feest porque no tuvimos dinero para entrar el día anterior. En el metro,que ahora sí va hasta la madre, te peleas para entrar, todo mundo se soba y los que no están perfumados nos torturan, como el señor que me tocó al lado que puedo jurar que llevaba dos días sin desodorante, poco me faltó para romper una de las ventanas de emergencia y respirar. Caminar, caminar, gente, gente, una nieve dulcisíma en las artesanías que me dejo la boca con una sed propia del desierto del Sahara, filas y filas en el oxxo, y al parecer a todos se nos ocurrió ir el horror fesst porque había un montonal de gente sólo en la fila para los boletos.

Adentro lo mismo de todos los años (deberían de meter más cosas, de perdido una banda tocando no sé, performance, algo) uno que otro disfrazado que sí estaba padre y muchos que daban flojera. Freddy, Jason, y greñudos. Sólo hubo un zombie y no estaba chido. Un montonal de gente que ni podíamos ver bien. No entiendo que hacía un Stand de metafísica rara en una expo del horror, pero, bueno. Mi ida sólo sirvió para llegar a mi casa con los pies destrozados de tanto cansancio, con la conclusión de que me falta cultura del terror, y que las muñequitas de ataud a mi sí me gustan.

De la feria del libro ni hablaré. Este año no me gustó. No había verdaderas novedades, se me antojaron dos libros que se salían de mi pauperrimo presupuesto (Spuntik, mi amor de Murakami y yo nos despedimos casi con lágrimas al no poder comprarlo ¿estará bueno?) y lo único que compré fue un libro de Budismo de un escritor español que me cae super bien y a quien quisiera conocer.

Fue todo.