¡Qué coraje con los de teléfonos! Después de quince días sin teléfono uno comienza a desesperarse, sobre todo cuando me cansé de reportarlo. Un vecino me dijo: “Te sientes como en una cueva” y aunque me dio risa su observación terminé constatando que en efecto uno se siente como en una cueva. Ayer me mandaron a la Compañía a quejarme. Mientras iba, mi mamá toda colérica me decía: “Y te peleas con la vieja, y le mientas la madre, y..” Pero mientras iba en el coche me quedaba pensando que en primer lugar, no soy bélica y me dan flojera y estrés los conflictos, en segundo cuantas personas no llegarán con la misma actitud a reclamar, así que eso no garantiza el éxito y tercero estoy tratando de manejar las cosas con otra actitud. Y precisamente me quedé pensando en mi hermana, con ella ardería Troya.
A final de cuentas, (pueden llamarme cobarde) me dirigí con actitud de “en el pedir está el dar” así que lo más educada que pude y llamando a las trabajadoras por su nombre les hice ver que tenía ya un buen sin teléfono y que necesitaba mi servicio. Con la misma educación que yo aporté me mandaron con una patada en el trasero a la chingada diciéndome que lo reportara en los teléfonos de la esquina. Escupiéndoles mi gentileza repté hasta los mentados teléfonos de la esquina e hice lo propio, total, ya estaba ahí. Me fui resignada al trabajo, pero con ese coraje que uno siente cuando se cree pendejo.
Pero para mi sorpresa el teléfono regresó en la tarde porque cuando llegué a mi casa mi mamá bien contenta me dijo que seguramente me había peleado muy gallona porque ya había teléfono. “Mmm…si supieras” me quedé pensando y sólo le contesté “Ya ves, mis trucos no fallan” y en cuanto se fue a la recamara me reí burlona. Después recibí mi primer llamada de A. preocupado porque no sabía de mí en 15 días. Tampoco tiene teléfono, muchos están sin teléfono aún. Y precisamente él era de los que hoy iba ir a pelear. Lo compadecí porque yo tenía que caminar dos putas cuadras hasta el teléfono público. Extraño mi celular, cuando más lo necesitas nada. Ironía. Las personas que trabajan en algún departamento de quejas deben tener una pasta.
A final de cuentas, (pueden llamarme cobarde) me dirigí con actitud de “en el pedir está el dar” así que lo más educada que pude y llamando a las trabajadoras por su nombre les hice ver que tenía ya un buen sin teléfono y que necesitaba mi servicio. Con la misma educación que yo aporté me mandaron con una patada en el trasero a la chingada diciéndome que lo reportara en los teléfonos de la esquina. Escupiéndoles mi gentileza repté hasta los mentados teléfonos de la esquina e hice lo propio, total, ya estaba ahí. Me fui resignada al trabajo, pero con ese coraje que uno siente cuando se cree pendejo.
Pero para mi sorpresa el teléfono regresó en la tarde porque cuando llegué a mi casa mi mamá bien contenta me dijo que seguramente me había peleado muy gallona porque ya había teléfono. “Mmm…si supieras” me quedé pensando y sólo le contesté “Ya ves, mis trucos no fallan” y en cuanto se fue a la recamara me reí burlona. Después recibí mi primer llamada de A. preocupado porque no sabía de mí en 15 días. Tampoco tiene teléfono, muchos están sin teléfono aún. Y precisamente él era de los que hoy iba ir a pelear. Lo compadecí porque yo tenía que caminar dos putas cuadras hasta el teléfono público. Extraño mi celular, cuando más lo necesitas nada. Ironía. Las personas que trabajan en algún departamento de quejas deben tener una pasta.