araña

Hace unas semanas dormía acompañada por una araña, de esas arañas corrientes, cafecitas que según eso no hacen nada más que intimidar, están re'feas por cierto. Un día la iba a matar porque me daba cosa que se me fuera a meter por la boca mientras dormía, por las orejas, o en la pijama, pero cuando me vio con el zapato en la mano me dio ternura y la dejé, avísandole que no me molestara (según el Budismo, los animalitos, aún los feos, también quieren ser felices por eso no hay que matarlos).
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Ese día ya no me molestó pero nos llegamos a ver algunas veces más por mi recamara, nos tratabamos con coordialidad, nunca se me acercó en la noche ni nada, es más, hasta le tomé cariño y cuando me iba a dormir sabía que la araña estaba abajo lista para dormir también. Pero un día me pescó enojada, no recuerdo ni por qué pero entré bien encabronada a la recamara. La vi a lo lejos, caminando por la ventana, como siempre, muy tranquila ella, y yo toda histérica le eche insecticida.
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Después de que se me bajó esa ira me sentí faltal porque la que fue toda una bitch fui yo, la araña sí cumplió el trato. Sé que esto parece fábula de cuento para niños pero me sentí mal por la araña, tan mal que ahorita mientras escribo esto sentada en la cama, volteo a la ventana y me siento una vil traidora. Ya no dormimos dos, ahora duermo sola otra vez. Necesitaban saberlo.