Si yo fuera una persona con sida estaría en constante peligro cada vez que la temperatura cambia. Me ha dado gripe, estoy que no me aguanto la nariz y apenas voy en el día número dos, a mí la gripe me dura alrededor de cinco. No sé por qué tengo unas defensas tan chafas, pero a mi lo que es un resfriado me tumba. Ayer anduve dejando los virus por toda la casa y los demás se hacían a un lado. Terminé con la nariz irritada. Me acosté en mi cama, cubierta hasta el cuello, con la televisión prendida, mi tacita de té verde hirviendo, una pieza de pan con mermelada, y ganas de nada. El libro lo deje abierto sobre la mesita porque preferí tener en mi cama una bolsa llena de bolitas de papel higiénico húmedas de fluidos nasales, osease mocos.
Estaba acostada, toda grinch y de malhumor porque me desespera tener la nariz tapada, (siento que me asfixio y me entra la desesperación de una asmática, sin serlo) cuando me quedé pensando eso, que en caso de tener sida ya estuviera internada. Me llamaron por teléfono, contesté para disculparme y que me dicen: “¡Otra veeez tienes gripaaa!” y a mi como me gusta escucharme ronquita pues nada más le contesté que sí, acá bien sexy, pero me sentí como el niño de la película Jardín Secreto que quería salir a jugar con la amiga y nunca podía porque estaba enfermo y cualquier virus lo podía matar (al final todo era una hipocondría impuesta por la nana, pobre) Vamos, sé que estoy exagerando pero el punto es que a veces me pregunto cómo es que personas y animales tenemos nuestras enfermedades consentidas. Algunos siempre viven enfermos del estómago, otros de la cabeza, otros de la muela, otros de los oídos (de niña yo era de esas) otros alergias y otros problemas respiratorios, como yo. Hagamos equipos.
La vecina del yoga y mis libros de medicina china me dirían que tengo pocas ganas de vivir, porque el aire es vida y mi nariz tapada al parecer no quiere Prana. Sabrá Dios. El taxista me dijo muy amablemente que me comprara un tab, iba ir a comprarla cerca de las once y media pero una llamada me retardó y qué suerte porque en ese momento estaban asaltando la farmacia, ja.
Estaba acostada, toda grinch y de malhumor porque me desespera tener la nariz tapada, (siento que me asfixio y me entra la desesperación de una asmática, sin serlo) cuando me quedé pensando eso, que en caso de tener sida ya estuviera internada. Me llamaron por teléfono, contesté para disculparme y que me dicen: “¡Otra veeez tienes gripaaa!” y a mi como me gusta escucharme ronquita pues nada más le contesté que sí, acá bien sexy, pero me sentí como el niño de la película Jardín Secreto que quería salir a jugar con la amiga y nunca podía porque estaba enfermo y cualquier virus lo podía matar (al final todo era una hipocondría impuesta por la nana, pobre) Vamos, sé que estoy exagerando pero el punto es que a veces me pregunto cómo es que personas y animales tenemos nuestras enfermedades consentidas. Algunos siempre viven enfermos del estómago, otros de la cabeza, otros de la muela, otros de los oídos (de niña yo era de esas) otros alergias y otros problemas respiratorios, como yo. Hagamos equipos.
La vecina del yoga y mis libros de medicina china me dirían que tengo pocas ganas de vivir, porque el aire es vida y mi nariz tapada al parecer no quiere Prana. Sabrá Dios. El taxista me dijo muy amablemente que me comprara un tab, iba ir a comprarla cerca de las once y media pero una llamada me retardó y qué suerte porque en ese momento estaban asaltando la farmacia, ja.