ya no le hablo muy bien

No sé si cayó de mi gracia, sí me cayó mal su jueguito de somos súper amigas, o si de plano nunca fuimos amigas, o más bien, era amiga de mi amiga lo que no quiere decir que sea mi amiga. No me afecta, o sea no me pondría a llorar por los rincones por este aparente cambio. Lo que me saca de onda es porqué lo hizo, a qué se debían esas palabras - demasiado efímeras, sin chiste y sobreactuadas- a sabiendas de que yo no las veía con buen gusto.
Creo que lo básico aquí es admitir que ella no era necesariamente mi amiga, sino amiga de mi amiga, y esto de amiga sólo ella lo sabría.