palabras

No puede ser, no soy yo
me pesa tanto el corazón
por no ser de hielo cuando
el cielo me pide paciencia...
Pase el día del amor y la amistad muchísimo mejor que el año pasado. Quizás porque esta vez ya no estuve detrás de un mostrador viendo como el sol caía sobre la cafetería de donde me encontraba en aquel entonces. Aquella vez había suspiros y preguntas, pensamientos con destinatario, este año ya no los hubo, no fueron necesarios.

A. yo y decidimos vernos para aminorar nuestra soltería. Desde un principio le dije que sí porque me urgía salir y ver un chingonal de gente, acordarme de que los demás seres humanos existen. Nos hablamos dos veces para confirmar, y aunque el tráfico se pronosticaba infame, afortunadamente no hubo tapados en Fidel V, mi ruta básica.

Todo iba muy bien lo estábamos sobrellevando de la mejor manera hasta que después del brindis me arrinconó con las preguntas emocionales que al parecer todos se encuentran ganosos de hacer en torno a mi persona.
- ¿Y a ti qué te pasa? Llevas semanas muy rara, desde la semana pasada te veo la jeta enfrente de mi pero estás a ida, tu cabeza está en otro lado.

Le contesté que no sabía – lo que es cierto- que no tengo ni puta idea de qué pasa o como salir de esto y que francamente me sentía cansada de (intentar) complacer a todos. Empecé a llorar en la mesa, alegándole con mucho drama: “tú sabes cómo me siento, a ti te paso algo similar, sabes qué se siente” y ella comenzó a llorar conmigo mientras el mesero tardaba en darnos servilletas (¿porque siempre te dan el vaso con una servilleta?) y lloramos ante la mirada de extraños que quizás nos creyeron ebrias completas y fue muy padre llorar con alguien.

Terminamos cantando Palabras de Paulina Rubio que sonaba desde su cel, (dos veces para ser exacta). “A la mierda … a la mierda… a la mierda…. A la…” “Tú quieres mandar a la mierda a todo el mundo, jajaja” Paulina Rubio nunca me había parecido tan encantadora, amiga y liberadora, amé esa canción en este dichoso San Valentín ajeno a besos y caricias eróticas o románticas, hubo puras… fraternales.

Pasada la madrugada aborde un taxi que estaba afuera de un hotel. El taxista hablaba, y hablaba, y hablaba, ¡Dios hablaba tanto! tantas cosas incoherentes, o tal vez su dicción era pésima, que ganas me daban de darle un bolsazo. Y a pesar de que en estos días me siento señalada por medio mundo, las cosas no han marchado bien del todo, algunas ya no me emocionan, me la pase realmente bien y por momentos hasta volví creer en ese sentimiento casi místico llamado amor. Amor así, a secas, amor nada más.
Paulina: cántame Palabras.