té chi del starbucks

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De la risa al llanto. ¿Por qué la tragedia griega era tan certera? Jueves, ocurrió algo especial. Me reencontré con alguien a quien no esperaba y conversamos como años de no hacerlo. Creo que me recordó un poco quién era yo antes de todo, antes de que las montañas se hicieran grandes y las piedritas llenaran el camino. La vida era sencilla. No pasaba por buenos tiempos tampoco, se encontraba mal y nos alegramos un rato. Hoy no me siento así, días malos los tienen todos pero al parecer se están haciendo un mal cotidiano en varias personas, tipo epidemia. La escritora Dulce Maria escribió en un diario local su sentir muy parecido al mío. Ella tiene un balcón donde se sienta y hace cita para no pensar, nada más leer. Placer tan pequeño que a veces se ve frustrado. Hay otras veces en que no entiendo nada, ni conmigo ni con los demás. Con lo que me encantan las sorpresas, confiar, caer, fin del danzon. Un no te vayas nunca, por favor. Y lágrimas descontroladas mientras me encontraba sentada en la cama frente a una ventana de msn. Nunca estamos solos. En estos momentos quiero estar en el Starbucks Garza Sada, en la mesa de la ventana, - la dos- riéndome mientras veo el mural de la pared, como aquella tarde en que me dio calma y no quiero olvidar nunca. Con un vaso que esta vez sí tenga mi nombre bien escrito.