why can't we be friends?

Esta preciosidad se llama Rebeca, es mi gatita. Es una chica my liberal, no le gusta que la acaricien (sufro por eso), tampoco que la observen, se incomoda (¡Dios! ¡Es imposible!) es muy linda, respetuosa, nunca hace nada que pueda molestar. Nada más le gusta esconderse en los closets –es antisocial- pero con ese color anaranjado hermoso la descubro de inmediato.


Ella vino hasta mi casa a dejarme una carta donde daba por finalizado todo. Anexo a la hoja con un clip venía el boleto de uno de los conciertos que esperamos por años. Hizo mala elección porque en ese concierto la sentí más lejana que nunca y, de hecho, entre canción y canción, mientras ella le mandaba con insistencia mensajes a su otra amiga que también estaba en el lugar, me pregunté por qué carajos continuaba yo con esa farsa. Cobardía. Al llegar a mi casa me la entregaron y la leí, no era más que una hoja escrita en el momento (con perfume, ¿?) en donde además pretendía chantajearme emocionalmente diciéndome que yo era la que estaba mal, que había fallado, que la vida me perdonara y cosas por el estilo que sólo hicieron que me compadeciera de su inmadurez y me decepcionara.

Guardé la carta, aún no sé si romperla o dejarla entre las cosas que han formado parte de mi y que no sé qué pasará con ellas si sigo conservándolas hasta que muera. Aunque sinceramente no es algo que quiera conservar. Le llamé por teléfono para decirle que le deseo lo mejor y me contestó con la voz apagada, noté que temblaba. Dijo el mismo discurso de la hoja incluyendo a Dios en todo eso. ¿Por qué siempre lo hacemos? Dios qué, él sólo existe, los que la cagamos somos nosotros. No sentí nada y siempre he pensado que la indiferencia es lo peor que puede ocurrir. Le desee lo mejor y me colgó. Pero la vida es una broma y segundos después sonó el teléfono, era él. Me puso en la bocina una canción de los 90’s que precisamente me recordaba a ella, le expliqué el asunto, se disculpó pero no la detuvo, siguió sonando (¡hombres!) así que mejor relacioné la canción con mi primera ex, quien también la cantaba y eso fue más placentero.

Los amigos son todo un tema en mi vida. He llegado a la conclusión de que yo tengo – y he tenido- puros amigos incidentales, gente que está por temporadas y luego la espanto, o pierdo el interés. Se me hace muy difícil entablar amistades entrañables, de años, porque cuando lo he intentado me he enfrentado a rupturas que me han marcado, entonces prefiero no encariñarme. Soy codependiente en mis relaciones. Finjo lejanía, que no me importa, que todo está bien, pero en el fondo me acuerdo de las personas que amo todos los días, con cualquier pretexto. Siempre quise tener una mejor amiga de esas a las que les cuentas todo, escribí cuentos donde los personajes sí la tienían para saber qué se sientía. Quizás me seguiré equivocando muchas veces, ahuyentando personas hasta dar con el punto en el que las amistades largas son posibles. Tengo el problema de que me invaden los celos y la inseguridad con facilidad, lo atribuyo probablemente a mi falta de práctica, fui una niña solitaria, observadora y muy imaginativa. Me cuesta horrores quedarme en situaciones de estrés, en conflictos, en lo que representa el dolor humano. Pero no dejo de intentarlo. Hay una parte en Shrek cuando se pelea con el burro y quiere que se largue y lo deje solo en la travesía, creo que es la parte del puente colgante. Shrek le grita algo así como :“¿Por qué no te vas?” y entonces hacen un close up a la cara dientona del burro enojado –muy graciosa- que le dice: “Porque eso es lo que hacen los amigos, Shrek, ¡Los amigos se quedan!”
-
Y eso me sigue costando bastante.