¡Dámelas!


Nunca pensé que pudieran ser así de irresistibles, en ese grado. Es más, siempre les hice el feo, las miraba en el aparador en las mañanas en las que busco desayuno en el Seven y se me hacían feas. El empaque es uno de los más horrendos que he visto y por ende nunca se me antojaban. No sé en qué momento cambió todo, por qué, a qué se debe, qué broma del destino, qué manera tan vulgar de darme una cachetada con guante blanco y callarme la boca. Me gustan las galletas Triki Trakes, sí, hasta el nombre es ridículo, lo sé. De hecho lo que siempre me llamó la atención era que unas galletas se llamaran así. Todo comenzó aquel día en que llegué en la noche y no había sobrado comida, nada qué comer, lo único que había era un sobre de Triki Trakes en la mesa de la cocina. Peor es nada, pensé, así que me lo llevé a la sala de tele y las cené. Dato curioso: no sé si habría sido el hambre pero me parecieron un manjar. Brujería. Mi diálogo interior fue: "Ay, qué rico saben las Triki Trakes, cómo no me di cuenta antes". El placer se prolongó al día siguiente cuando tuve la necesidad ansiosa de comerme unas galletas (de esas). Supuse que me había quedado con ganas del sabor, pero no era así, algo pasaba, algún ingrediente misterioso le han puesto intencionalmente porque no soy la única que lo padece.
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A mi mamá le ha dado por comer (de esas) también al grado de que ya está en la lista del súper comprar la "caja de Triki Trakes" Nunca compraban galletas y ahora resulta que ya son una necesidad básica. Sigue pareciéndome sospechoso porque el otro día me alteré por esas putas galletas. Era noche, nada de cenar, en la tele pasaban Love Actually, -la amo-, decidí pelear la tele de la sala donde me encontré a mi sobrino viendo I Carly con un sobre de Triki Trakes a medio terminar, quedaban dos. Tratando de que no se diera cuenta fuí sobre el objetivo: las galletas. Y justo cuando las había tomado, que comienza a berrear: "Son míaaas" entonces, enojada y apendejada como se ponen los zombies por morder en esta época, le dije que ahora eran mías. Se puso peor, como si le hubiera quitado su PSP y me arrebató la bolsita y se fue corriendo a la cocina.
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Encabronada me puse al tú por tú con un mocoso y le grité: "¡Dámelas, puto!" Y no se dejo, dijo: "Es una mala palabra, no la digas". Pero aún así no quiso el muy cabron. No tuve más remedio que salir y caminar hasta el Seven a comprar mi propia bolsita. ¡Caminar hasta el Seven en la noche por unas Triki Trakes! ¡Perderme varias escenas de una de mis movies favoritas! ¡Pelearme con un niño de primero de primaria! ¡Yisus! Son malignas, diabólicas.En su tiempo me idiotizaron lo reconozco, y digo en-su-tiempo porque tengo cuatro días sin probar una sola galleta (aplausos) así que me he librado de la dominación que, hasta hace una semana, ejercía sobre mí la bolsita verde fea. Y no pienso volver a caer en las garras de las Triki Trakes. Nótese la publicidad que les he hecho ya, no las compren. Cambiando de tema, el otro día fuí a cenar a un Toks. Nunca había ido a uno y necesitaba perder tiempo en un lugar donde se pudiera leer con comodidad una noche nublada y bulliciosa. El gerente fue un amor, muy atento, pero las meseras - al menos las del área donde yo me senté- se tardaron horas en venir a ofrecerme la carta. Mi libro en turno es un estudio antropológico que está muy ameno así que, leía y luego bebía mi limonada mineral, me quedaba en la baba, filosofaba en torno a la vida y el amor, recordaba a ciertas personas, después volvía a leer, volvía a beber, volvía a filosofar, volvía a... así en ciclo hasta que llegó el sandwich que pedí. La presentación del plato no era la octava maravilla (juro que eran diez papas a la francesa aventadas en el plato) pero el sabor no estaba tan mal. Ya después el servicio mejoró considerablemente porque era noche y sólo quedábamos unos (as) cuantos (as) y yo. Como horas antes había ido al cine a ver una comedia me encontraba de muy buen humor. Me daba alegría ver a todos comer, saborear, reír, momentos cursis ya saben. El sandwich tenía alfalfa. Alfalfa. Nunca lo había probado con alfalfa y me gustó la combinación. El resultado: llevo dos días haciéndome sandwiches vegetarianos de alfalfa. Un sabor nuevo en mi vida, alfalfa. Vean que cosas se postean cuando no ocurren grandes acontecimientos emocionantes, excitantes, fantasmagóricos -traigo mucho esa palabra-. Tenía alfalfa.