Acabo de terminar de darle una manita de león a mi recamara y quedé hasta con dolor de cabeza y demasiado hartazgo de tanto mugrero, mi nariz insiste en que sigue oliendo a polvo aunque me haya puesto neurótica como Bee de Desperate Housewives limpiando todo. Con el librero hoy ni loca la sigo porque ese sí está a punto de convertirse en fósil. El próximo sábado será, en ese sí necesito comenzar temprano.
Todo iba muy bien hasta que me tocó abrir ese maldito cajón. Uno que llevaba meses sin abrir porque recordaba vagamente lo que había, pero, hoy, con la bolsa para la basura en la mano dije, me lo aviento. Y cuando lo abrí, plaf, fue más fuerte que yo. Está atascado de recuerdos; la mayoría, por no decir todos, de la misma persona. No sé si lo que me duele son esos recuerdos o quien era yo en ese entonces, en mis propios recuerdos. Me dio dolor pero también coraje husmear el cajón con cosas que, de hecho, hace un año seguían teniendo un valor especial hasta que llegó Abril y todo lo cambió. Todo.
Quise empezar por el cassette (esa cosa cuadrada con cinta que reproducía música, jaja) blanco de Cranberries, que inclusive todavía tiene la cinta que le puse en la parte de las canciones para que no se borraran, (bien obsesiva yo) y no pude, porque amé ese cassette meses enteros, lo cuidé como enferma. Total que lo dejé ahí y luego me topé con el cassette de Fobia, igual con cinta protectora y tampoco pude. No pude tomar nada porque además no estoy de humor para ponerme sentimental y evidentemente eso es lo que pasaría si me siento en la silla y me pongo a recordar por última vez todos los momentos que me evoca el objeto que estoy por meter a la bolsa. Es una tarea titánica para hoy así que cerré el cajón de golpe y abandoné la idea. Pero chin! me quedé con coraje, sintiendo coraje y sintiéndome yo de paso una babosa por haber amado.
Y al mismo tiempo me siento extraña porque debería de sentir algo, y no siento nada, es increíble y feo a la vez, no sentir nada, sentir como que se quedó un vacío. O quizá me he autoimpuesto un vacío para no sentirme mal por no sentir, aunque si te hicieran a ti lo que me ha hecho estos últimos meses no te sentirías mal por no sentir nada, las palabras serían “pues que se vaya a la mierda”. El caso es que quisiera ser de esas personas que terminan en buenos términos con su ex, una onda de somos amigos, nos llevamos bien, compartimos cosas, es más, ¡ya conozco a su nuevo amor! Pero nah, no es mi caso, soy demasiado ruda, tajante y orgullosa y aunque ella sea una parte fundamental de la historia ¿quién diablos es Rizoma?, no me queda duda de que cuando una taza se quiebra aunque la pegues quedan cicatrices y nunca será lo que fue.
Vaya lío.
El miércoles pasa la basura. Adiós recuerdos. Año nuevo, cosas nuevas.
Todo iba muy bien hasta que me tocó abrir ese maldito cajón. Uno que llevaba meses sin abrir porque recordaba vagamente lo que había, pero, hoy, con la bolsa para la basura en la mano dije, me lo aviento. Y cuando lo abrí, plaf, fue más fuerte que yo. Está atascado de recuerdos; la mayoría, por no decir todos, de la misma persona. No sé si lo que me duele son esos recuerdos o quien era yo en ese entonces, en mis propios recuerdos. Me dio dolor pero también coraje husmear el cajón con cosas que, de hecho, hace un año seguían teniendo un valor especial hasta que llegó Abril y todo lo cambió. Todo.
Quise empezar por el cassette (esa cosa cuadrada con cinta que reproducía música, jaja) blanco de Cranberries, que inclusive todavía tiene la cinta que le puse en la parte de las canciones para que no se borraran, (bien obsesiva yo) y no pude, porque amé ese cassette meses enteros, lo cuidé como enferma. Total que lo dejé ahí y luego me topé con el cassette de Fobia, igual con cinta protectora y tampoco pude. No pude tomar nada porque además no estoy de humor para ponerme sentimental y evidentemente eso es lo que pasaría si me siento en la silla y me pongo a recordar por última vez todos los momentos que me evoca el objeto que estoy por meter a la bolsa. Es una tarea titánica para hoy así que cerré el cajón de golpe y abandoné la idea. Pero chin! me quedé con coraje, sintiendo coraje y sintiéndome yo de paso una babosa por haber amado.
Y al mismo tiempo me siento extraña porque debería de sentir algo, y no siento nada, es increíble y feo a la vez, no sentir nada, sentir como que se quedó un vacío. O quizá me he autoimpuesto un vacío para no sentirme mal por no sentir, aunque si te hicieran a ti lo que me ha hecho estos últimos meses no te sentirías mal por no sentir nada, las palabras serían “pues que se vaya a la mierda”. El caso es que quisiera ser de esas personas que terminan en buenos términos con su ex, una onda de somos amigos, nos llevamos bien, compartimos cosas, es más, ¡ya conozco a su nuevo amor! Pero nah, no es mi caso, soy demasiado ruda, tajante y orgullosa y aunque ella sea una parte fundamental de la historia ¿quién diablos es Rizoma?, no me queda duda de que cuando una taza se quiebra aunque la pegues quedan cicatrices y nunca será lo que fue.
Vaya lío.
El miércoles pasa la basura. Adiós recuerdos. Año nuevo, cosas nuevas.