Ayer recibí una llamada inesperada. Mi madre, celosa, me dijo que ya había recibido cuatro llamadas de una mujer (dándome a entender que andaba yo de loca con alguien ja!). Le di nombres y ninguna relacionaba, total, mejor esperé cerca del teléfono. Yo estudié en dos universidades porque de la primera me expulsaron, en ese entonces pasé por una depresión en la que decidí no ir a clases durante un mes y me fugaba con una mala compañía todas las mañanas. No necesito decir que todo eso terminó mal.
A las amigas de ese entonces ya no las frecuenté porque me sentía algo mal de que ellas ya habían avanzado y yo me quedé atrás; así que para cambiar mi vida busque empezar de nuevo en otro lugar con otra gente, y gracias a eso gané una gran persona que sigue a mi lado, ando de buenas, ando de malas, ando mierdosa, ando simple, ando feliz, ando apática, no le importa sigue ahí, a veces me asombra. Bueno, el caso es que me llamó C alegando que había encontrado una libreta vieja donde venía mi nombre y teléfono. Ella era mi mejor amiga en esa universidad, y la recuerdo básicamente porque una noche afuera de el que fuera en aquel entonces el antro “El reloj” del Barrio estuve a punto de darle (robarle, pues) un beso inesperadamente. Sentí tanta atracción por ella que de hecho lo iba a hacer, estaba como vampireza, ya iba a pocos centímetros de su cuello (olía tan rico) que por suerte algo me detuvo y mejor me alejé, pero ella lo notó, e inclusive como que le gustó.
Ayer, al darme un repaso de la vida de las otras, todas tienen en común denominador el siguiente juego de palabras: “Boda + Bebés + Fiestas infantiles + Casa propia + Cansancio Matrimonial + Abortos + Poco éxito laboral + Hastío + Ganas de infidelidad + Un divorcio = Nostalgia por el pasado. Ahí estaba la razón de su llamada: nostalgia, porque, bueno, no se encuentra una libreta casualmente diez años después. Cuando le hablé de mi, ajena a todo eso, me daban ganas de presentarles mejor la vida de mi hermana con quien se llevarían muy bien. Ni siquiera intenté explicarle que eso no está en mis planes, que de hecho soy diferente y no me imagino viviendo con un hombre, yo me visualizo viviendo con una mujer aunque sea el doble de difícil.
Quedamos en vernos en un Papa Bills para recordar (vernos con morbo) y ponernos al tanto. No son las primeras amigas que tengo casadas y con hijos, puedo decir que me sé manejar en esas reuniones porque tengo sobrinos de esa edad y me he leído, divertida, las publicaciones de: “Mi bebé y yo” y “Padres e Hijos” en mi trabajo. A veces hasta domino el tema porque me gusta opinar y ver los toros desde la barrera pero no batallar como ellas. El caso es que no entiendo esa llamada, ¿Es ese el comienzo de la nueva vida? ¿Aburridas conversaciones sobre bebés y esposos desempleados o machistas? ¿Contestar a la N potencia el “¿Y tú para cuando?” Me urge ver mis dvds de Sex and the City esta noche y sentirme comprendida.
A las amigas de ese entonces ya no las frecuenté porque me sentía algo mal de que ellas ya habían avanzado y yo me quedé atrás; así que para cambiar mi vida busque empezar de nuevo en otro lugar con otra gente, y gracias a eso gané una gran persona que sigue a mi lado, ando de buenas, ando de malas, ando mierdosa, ando simple, ando feliz, ando apática, no le importa sigue ahí, a veces me asombra. Bueno, el caso es que me llamó C alegando que había encontrado una libreta vieja donde venía mi nombre y teléfono. Ella era mi mejor amiga en esa universidad, y la recuerdo básicamente porque una noche afuera de el que fuera en aquel entonces el antro “El reloj” del Barrio estuve a punto de darle (robarle, pues) un beso inesperadamente. Sentí tanta atracción por ella que de hecho lo iba a hacer, estaba como vampireza, ya iba a pocos centímetros de su cuello (olía tan rico) que por suerte algo me detuvo y mejor me alejé, pero ella lo notó, e inclusive como que le gustó.
Ayer, al darme un repaso de la vida de las otras, todas tienen en común denominador el siguiente juego de palabras: “Boda + Bebés + Fiestas infantiles + Casa propia + Cansancio Matrimonial + Abortos + Poco éxito laboral + Hastío + Ganas de infidelidad + Un divorcio = Nostalgia por el pasado. Ahí estaba la razón de su llamada: nostalgia, porque, bueno, no se encuentra una libreta casualmente diez años después. Cuando le hablé de mi, ajena a todo eso, me daban ganas de presentarles mejor la vida de mi hermana con quien se llevarían muy bien. Ni siquiera intenté explicarle que eso no está en mis planes, que de hecho soy diferente y no me imagino viviendo con un hombre, yo me visualizo viviendo con una mujer aunque sea el doble de difícil.
Quedamos en vernos en un Papa Bills para recordar (vernos con morbo) y ponernos al tanto. No son las primeras amigas que tengo casadas y con hijos, puedo decir que me sé manejar en esas reuniones porque tengo sobrinos de esa edad y me he leído, divertida, las publicaciones de: “Mi bebé y yo” y “Padres e Hijos” en mi trabajo. A veces hasta domino el tema porque me gusta opinar y ver los toros desde la barrera pero no batallar como ellas. El caso es que no entiendo esa llamada, ¿Es ese el comienzo de la nueva vida? ¿Aburridas conversaciones sobre bebés y esposos desempleados o machistas? ¿Contestar a la N potencia el “¿Y tú para cuando?” Me urge ver mis dvds de Sex and the City esta noche y sentirme comprendida.