quiero cabaña

La pregunta básica ha sido: “¿A dónde fuiste de vacaciones?” como si tres miserables días fueran una temporada vacacional. Nada más sonreí con ánimo de verme optimista. X y yo nos quedamos en casa, H salió a la playa (nada interesante que contar aquí) pero P. fue a donde yo he deseado desde hace años: una cabaña perdida en el bosque. Lo de bosque se lee muy fantástico porque ni creo que haya sido bosque de verdad, acá hay puras montañas con arbustitos secos, pero el caso es que era a un lugar frío, frío, alejado, poco antes de llegar a Montreal (supuesto lugar boscoso) en compañía de 18 personas. ¿Así o más escandaloso? Pero para ella la diversión se resume a tomar.

“Yo no puedo tomar y sólo regresaré al vicio, emborrachándome como loca, el día en que mis gatos me den la espalda y mi perra Fany me deje de amar con intensidad y locura como lo hace” les dije con cierto sarcasmo y algo de amargura. Y como son cosas poco probables de que sucedan me tranquilicé. No entendieron el chiste. Pero en mi interior confieso que la escapada a la cabaña me pareció inmensamente interesante, ¿por qué a medio mundo no? Después nos contó que la cabaña no contaba con luz eléctrica por lo que en las noches había que caminar iluminados con velas (oh, my God!), que era de tres misteriosos niveles, y que hacía un frío de la chingada y el calor de la… ¡chimenea! (¡Siempre he querido estar en actitud romántica y reflexiva leyendo frente a una chimenea!) era psicológico porque el frío entumía el cuerpo. Bosque, ramas, árboles, frío, oscuridad, nostalgia, canciones enamoradizas de Rachel Yamagata (Be, be your love a todo volumen) libros y chimenea es igual a ¡Paraíso!

Lo mejor vino cuando nos contó que los asustaron. Se quedó afuera con su novio mientras los demás se habían encerrado en el último nivel. Comenzaron a intentar jugarles una broma golpeando la puerta cuando a lo lejos escucharon gritos en la oscuridad del bosque. Fingieron que no pasaba nada pero siguieron el escándalo y más gritos desde la oscuridad. Ahora sí, llenos de miedo, golpearon la puerta hasta que les abrieron y entraron asustados. Yo hubiera estado emocionadísima, alucinada, pero a ella parecía fastidiarle tanta incomodidad, el susto, amén de que le dijeron que probablemente no era una bruja o un fantasma sino una zorra cuyos ruidos parecen gritos. Que linda zorra, pero, n'aaambre no, yo prefiero lo de las brujas asesinas.