Ayer que salimos las calles no estaban tan vacías después de todo. Como la mayoría de los establecimientos están cerrados este puente la única alternativa era rentar una película y anestesiar la memoria. Mi papá y yo caminamos por el centro comercial con el diez por ciento de su gente habitual y hasta tuvimos el descaro de comernos una nieve de yogurt. No estaba The Reader por ningún lado, y yo que ando bien antojada porque me la han recomendado mucho, que según eso te enamoras, suspiras, bla, bla, bla.
Tenía años de no sentarme con mis papás a ver películas y comer palomitas de microondas. Yo creo que desde que tenía veinte, que raro pero así es. Escogí Quemar las Naves, una película mexicana nueva y completamente desconocida y fue toda una sorpresa, está buena, y hasta llegadora. Un poquito en la onda The Dreamers de Bernardo Bertolucci (no, no sale nadie tan guapo como Louis Garrel :D) nada más que con temática gay y sin tintes políticos. Me gustó.
De regreso a los territorios del cuasidesempleo he llegado a pensar en que ya es hora de buscar un sexagenario dueño de marcas como Louis Vuitton, y Puma, revolcarme con él hasta procrear una hija a la que llamaré Paloma, hacerlo renegar un poco mientras comparto mi tiempo con mi amiga con derechos española, después ya que la niña esté un poco crecidita, se parezca al papá y cause ternura casarme con él en una épica fiesta que dure tres días en Italia a donde vayan puras celebridades, of course. Finalmente la felicidad llegaría disfrazada de realización. Sí, eso es lo que me hace falta.
Tenía años de no sentarme con mis papás a ver películas y comer palomitas de microondas. Yo creo que desde que tenía veinte, que raro pero así es. Escogí Quemar las Naves, una película mexicana nueva y completamente desconocida y fue toda una sorpresa, está buena, y hasta llegadora. Un poquito en la onda The Dreamers de Bernardo Bertolucci (no, no sale nadie tan guapo como Louis Garrel :D) nada más que con temática gay y sin tintes políticos. Me gustó.
De regreso a los territorios del cuasidesempleo he llegado a pensar en que ya es hora de buscar un sexagenario dueño de marcas como Louis Vuitton, y Puma, revolcarme con él hasta procrear una hija a la que llamaré Paloma, hacerlo renegar un poco mientras comparto mi tiempo con mi amiga con derechos española, después ya que la niña esté un poco crecidita, se parezca al papá y cause ternura casarme con él en una épica fiesta que dure tres días en Italia a donde vayan puras celebridades, of course. Finalmente la felicidad llegaría disfrazada de realización. Sí, eso es lo que me hace falta.
/que sí, estoy hablando de Salma Hayek/