pelirroja a la vista

El martes llegaron dos chicas de veintitantos al consultorio. Ambas de una altura de 1.70 mts. aproximadamente. Una era morena de cabello oscuro, lacio, largo, peinado con apartado en medio, vestía de negro y daba una apariencia medio hindú. La otra me llamó la atención desde que les abrí la puerta. Su cara blanca, blanca, las pestañas y cejas rubias, los ojos café claro. Tenía el cabello rizado, muy esponjado, pero lo cómico era que aunque el cabello era negro tenía las entradas en color rojo brillante, rojo tomate. Se veía cómica, es la verdad.

-¿Eres pelirroja?- le pregunté.
Nos miramos las tres.
- Sí.
- ¡¿Y por qué te pintas el cabello?! –le dije, sonriéndole.
- Ay, pues no sé, me lo he pintado muchas veces- me dijo algo apenada conteniendose la risa.
- Te entiendo, yo también me lo he querido pintar muchas veces. Todavía me tienta el azul.

Entraron y comenzamos a platicar de pelirrojos. Bueno, de la gente pelirroja, de lo extraño que es encontrarse a algunos en la calle, de cuando la gente se pellizca (ambas insistimos en que es de buena suerte) de las anécdotas de infancia incomprendida en la escuela. “No podías faltar, ni perderte porque se daban cuenta” coincidimos. Me llamaba la atención que aunque la plática versaba entre Celeste, la pelirroja, y yo, su amiga participaba pero, no sólo eso, sino que Celeste no decía nada sin voltear a verla. Eran pareja.

Su papá es pelirrojo y no sabe de su ascendencia. Le comenté que en Irlanda hay muchos. Y eso nos llevo al tema de que es muy poco común ver hombres pelirrojos. Yo he visto sólo tres jóvenes. Niños es más común. Hace algunos meses me topé a un niño de unos ocho años que hasta me hubiera gustado adoptar. Los días de sol en la playa también son una tortura para ella, hasta le cambió el rostro risueño nada más de acordarse. Al salir de consulta nos despedimos con un fuerte apretón de manos y una sonrisa de oreja a oreja. Es un gusto raro, saben, como encontrarse un paisano en Australia. Cuando las vi alejarse también se me hizo una pareja algo contrastante y exótica. Pero se ve que se llevan bien. No sé por qué pero pensé en el gansito, mezcla de chocolate con mermelada de fresa.